Mostrando entradas con la etiqueta Shame. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Shame. Mostrar todas las entradas

Shame

🌟🌟🌟🌟

Todos somos adictos al sexo. Adictos de serie, de fábrica, quiero decir, aunque luego nos lo pensemos diez veces antes de irnos a la cama. Bonobos implumes, que se visten por la mañana para que la sociedad funcione, los trenes no descarrilen y la gente llegue al trabajo en lugar de andar fornicando por las esquinas, o por los rincones de los parques. 

    Somos antropoides que han desarrollado un neocórtex para no andar jodiendo la marrana todo el día. Si no fuera por él, no trabajaríamos, ni haríamos las otras cosas muy placenteras de la vida que cantaba Javier Krahe en No todo va a ser follar... El precio, como diagnosticó el abuelo Sigmund, es la neurosis, la insatisfaccion, el acecho, la incomprensión... Pero no hay problema. Dentro de unos millones de años la evolución nos devolverá los placeres de las frondosidades, y dejaremos que la selva se coma las autopistas y los centros comerciales. O tal vez, en el reverso de la trama, nos prive por completo de los aparatos genitales, porque ya nos limitaremos a clonarnos y punto pelota, ensimismados en el narcisismo de unos genes que nunca compartiremos con nadie.


    Digo esto porque leo las críticas sobre Shame y casi todas coinciden en señalar al personaje de Michael Fassbender como un “adicto al sexo”. Y yo, la verdad, no veo la adicción por ningún lado. Fassbender es un tío guapo que encandila a las mujeres con sólo mirarlas. Lo hace a todoas horas, el muy suertudo, en el metro, en la oficina, en el bar de copas donde los ejecutivos salen a cazar  tras haber pescado a los clientes. Fassbender, que vive sólo y sin compromiso, en su apartamento de Nueva York con vistas a los hormigueros, simplemente se deja llevar por el deseo correspondido. Nada más. Esto es seducción, no vicio. Que luego su personaje -por asuntos oscuros que la película nos medio explica, que si los incestos o los traumas de juventud- no disfrute de los polvos en su cama cojonuda, último modelo, ya es harina de otro costal. Y sí: para los ratos de asueto, de ausencia de mujeres, el personaje tira de porno on-line. No creo que sea el único en su comunidad de vecinos...





Leer más...