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Cuatro bodas y un funeral

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El matrimonio es un virus contagioso. Puede permanecer en letargo durante años, incubando la fatalidad. El amor se basta a sí mismo para consolidarse o para arruinarse, y nada le añade o le quita una celebración o un papeleo. La idea del matrimonio puede flotar en el ambiente durante años sin que nadie la inhale o se tope con ella. Pero un buen día, en la cafetería, o en la cena entre amigos, una pareja hasta entonces inmune confiesa que padece la terrible enfermedad. Tal vez han visto una película muy romántica, o han sucumbido a las presiones de la familia. O simplemente -como argumenta un personaje de Cuatro bodas y un funeral - los novios se aburrían con grandes bostezos en el sofá, y en el matrimonio, y en la preparación del eventeo, encontraron un tema infatigable de conversación. El virus del casamiento anida en fuentes diversas, y todas ellas  traicioneras.

    Llegan las invitaciones, las despedidas de soltero, los fastos más o menos cutres del día tan señalado, y a partir de ahí -si el virus matrimonial no ha encontrado vacuna, y se propaga a la velocidad que predicen los libros de medicina-  el resto de parejas que un día se creyeron por encima de estas cosas pasarán por las iglesias o por los ayuntamientos como fichas de dominó empujadas por los pacientes cero

    Esto es lo que sucede, grosso modo, en Cuatro bodas y un funeral, donde varios hombres y mujeres que parecen seres racionales se comportan, sin embargo, como personajes decimonónicos temerosos del Dios de la decencia, y obsesionados con la idea de casarse. Ellos acuden a las bodas de sus amigos con la triple intención de dar testimonio de su alegría, tomar nota de los aspectos organizativos, y buscarse, entre los numerosos invitados, una pareja que quiera tomar el relevo en lo más alto de la tarta nupcial.

  Cuatro bodas y un funeral parece una comedia algo disparatada, pelín exagerada, pero dos años después de su estreno, en el año 96, yo mismo viví cuatro bodas y un funeral en las lejanas tierras de León. Cuatro bodas -entre ellas la mía- que se sucedieron al ritmo frenético que marcan los virus en expansión. Y de colofón, para cuadrar el pentágono, un funeral tristísimo que le puso ceniza y pesadumbre a tanta jovialidad floral, y a tanto amor comprometido. Y condenado a fracasar... Vuelvo a ver Cuatro bodas y un funeral y pienso que a veces la realidad y la ficción se preceden la una a la otra, y se anuncian, y se sugieren, y hasta coinciden en acontecimientos caprichosos y dignos de mención.



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Ratas a la carrera

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Mientras espero a un amigo para tertuliar sobre cine y mujeres, en la tele del bar están pasando una comedia de Rowan Atkinson y John Cleese. El título me es desconocido, pero luego, gracias a internet, sabré que se trata de Ratas a la carrera. Tiene pinta de ser una película mala, mala a rabiar, con persecuciones de coches, fulanos travestidos y muchos resbalones con mondas de plátano. Pero los cuatro parroquianos que están jugando al tute se parten el culo con las trapisondas. Tanto se ríen que al final, después de interrumpir la partida varias veces, deciden dejar los naipes sobre la mesa y entregarse a la carcajada sin soltar la copa de coñac. Se han perdido la mitad de la trama, y la tele, además, no tiene sonido, porque en este bar, como en tantos otros, sólo la ponen para gastar luz y atraer a los mosquitos. Pero los abueletes no se arredran ante estas insignificancias, tan propias de los señoritos de ciudad. Ellos se descojonan con los travestís, con los encontronazos, con las pechugas de las señoras. Cuando un personaje pone caras raras o se pega un leñazo, se congestionan de la risa y le pegan manotazos a la mesa. "¡Es cojonuda!", dice uno. "¡La hostia, qué peli!", le confirma el otro. Uno de ellos llega a afirmar, en voz alta, mientras se seca las lágrimas: “Es la mejor película que he visto en mucho tiempo. ¡La hostia, qué buena…"

            Y yo, que además carezco de tierras, de regadíos, de gallinas ponedoras..., ¿qué puedo tener en común con mis vecinos de pedanía? Nada, definitivamente. 




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