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Irrational Man

 🌟🌟🌟

Al principio de Irrational Man, el profesor de Filosofía que encarna Joaquin Phoenix les dice a sus alumnos:

-          Recordad, aunque sea lo único que os enseñe, que gran parte de la filosofía sólo es una paja mental.

Lo que Abe Lucas les pide es menos palabrería y más acción. Menos samba, e mais trabalhar. Menos discursos sobre la esencia última de la voluntad, y la decisión firme de aplicarla para cambiar el mundo. Menos pancartas y más guerrilla. Que en sus clases se queden con cuatro nociones fundamentales, y que luego muevan el culo. Que salgan a la realidad, que no se pierdan en laberintos mentales, porque la vida, en realidad, es algo muy simple y material: el deseo sexual, el instinto de sobrevivir, el amor por los hijos… Emma Stone y su sonrisa. El placer y el dolor, que siempre son físicos, moleculares, sinápticos en última instancia. Todo lo demás es perifollo verbal, cacharrería neuronal. Juegos de palabras. La filosofía es un mero hilar palabras y conceptos con corrección gramatical. Un edificio verbal que puede ser bellísimo o portentoso, de mucho discutir y perorar. Pero casi nunca asienta sus cimientos en la carne, en la sangre, en el instinto que nos mueve. Nubes de fotografía, en el aire…



    La pregunta que sobrevuela toda la película es: ¿y dónde sustentar, entonces, la ética? ¿Qué distingue la buena acción de la mala? ¿Dios, el remordimiento, el pacto entre los hombres…? Según Abe Lucas, la ética sólo es que no te pillen. El miedo a la cárcel, o el temor a la venganza. Nada más. No una ley divina, no un imperativo categórico, no un gusanillo de la conciencia. Una tentación continua para el ateo y para el nihilista. Una cuestión que ha obsesionado a muchos personajes de Woody Allen, y que ya nos perturbaba a muchos espectadores en 3º de BUB, cuando nos enfrentamos por primera vez a la asignatura de filosofía. Mientras media clase dormitaba su desinterés y su aburrimiento, nosotros, los que no ligábamos, y lo fiábamos todo al culturetismo y a la belleza interior, nos dejábamos arrastrar por aquellas cuestiones como incautos, como pajarillos atrapados en una red. Filósofos, a nuestro pesar.

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