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I want you

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Es un impulso obsesivo el que me lleva a completar las filmografías de mis directores preferedios, aunque ya sepa, por dolorosa experiencia, que muchas de esas películas merecen de sobra su lugar en el desván. Supongo que por eso llaman, a lo mío, una cinefilia de caballo Si uno pudiera acallarla, regularla, someterla a la fría reflexión de los datos, quizá mi vida sería diferente, o el tiempo de ocio, al menos, más fructífero y relajado.

            Pero los mismos dioses que me regalaron el cine me regalaron la tara de la bulimia, y ante sus designios sólo cabe la resignación. Alabados sean por siempre, aunque me hagan perder el tiempo en películas como I want you, de mi idolatrado Michael Winterbottom, que en su -también- obsesiva compulsión de hacer una película cada año, va construyendo su filmografía con unas paladitas de cal y otras de arena.




            Que una película sea tan difícil de rastrear en Internet -y para I want you tuve que ponerme la gorra de Sherlock Holmes y comprarme la lupa más cara de la óptica- es síntoma de que o es una obra maestra maldita (en el 5% de los casos), o un lastre hundido por su propio peso en las profundidades del olvido. I want you es una versión oscura y carnal de Algo pasa con Mary, solo que aquí Mary se llama Helen y es la peluquera buenorra del pueblo, a la que todos los tíos, sean estos pinchadiscos, exconvictos o adolescentes tarados, quieren tirarse aplicando cada uno su táctica cinegética. Y es que Helen lleva en el rostro la belleza superlativa de Rachel Weisz, y una chica como ella, en un pueblo de mala muerte como éste, supone una incongruencia cósmica de tal calibre que sólo puede causar la confusión, el sinsentido, el pasmo intelectual del espectador que nunca atina ni con el género ni con la trama. Una historia así sólo puede abordarse en tono de comedia, porque tomada en serio, como se quiere la  tomar Winterbottom, lo que sale es una farsa inenarrable y aburrida.


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