Black Mirror: Tu historia completa

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Los personajes de Tu historia completa -que caminan sólo dos pasos por delante de nuestra realidad- llevan una memoria externa implantada tras la oreja. Una cápsula conectada al cerebro donde queda registrado todo lo que ven, y todo lo que escuchan. Con un mando a distancia que los usuarios llevan en el bolsillo, las grabaciones se pueden ver en la propia retina, a modo de sesión particular, o pueden proyectarse en una pantalla para enseñar el vídeo de las últimas vacaciones, o mostrar cómo pusimos al jefe en su sitio con una respuesta cortante. Los personajes de Black Mirror, que son usuarios avanzados del dispositivo, ya casi no ven la televisión, ni el YouTube: se acomodan en los sofás, buscan un bonito acontecimiento de sus vidas, sentimental o pornográfico, y se zambullen en la recreación fidedigna de sus experiencias, protagonistas absolutos de sus dramas y comedias.

    La memoria de las neuronas es muy poco fiable cuando los sucesos se alejan en el tiempo. Los sentimientos interfieren en los recuerdos como hacían los historiadores con los hechos antiguos, que los reacomodaban al antojo del vencedor de la batalla, o del gobernante de turno, y distorsionaban genealogías, o suprimían enemigos, o creaban nuevos sucesos que jamás existieron. La biología  de la memoria es frágil y maleable, y por eso, en el futuro tecnológico de Black Mirror, ya nadie pierde el tiempo discutiendo si aquello sucedió de tal modo, o si tú me llamaste no sé qué,  o si tú me dijiste no sé cuantos. Los litigantes desenfundan sus mandos a distancia, buscan el momento exacto en el disco duro de los recuerdos, y uno de ellos, como en los duelos del Oeste, permanece de pie mientras el otro muerde el polvo, traspasado por una bala.

    La memoria externa, como juez que intermedia en las discusiones de pareja, no tiene precio. Lo que antes duraba horas y horas de reproches, ahora se dilucida en un santiamén, y el tiempo ganado puede aprovecharse para seguir construyendo el amor, o para cultivar champiñones en la terraza. Pero ay, de la memoria inmaculada, si cae en las manos de un marido celoso como el protagonista de Tu historia completa, que se pasa las horas muertas dándole al wind, y al rewind, y al zoom que amplía los detalles, para buscar el desliz verbal, el  gesto delator, la mirada impertinente, en esa esposa ya acojonada que lleva tiempo contándole medias verdades, y medias mentiras...



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