Carmina o revienta

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Carmina o revienta es una película que jamás debería exhibirse fuera de nuestras fronteras. Y menos ahora, cuando España, nuestra patria arruinada, necesita ser tomada en serio por el calvinismo económico que rige el mundo. La Carmina que es madre biológica de Paco León es un personaje de catadura moral desconocida, que suponemos buena gente por presunción natural de inocencia. Pero la Carmina Ficticia que ella encarna en la película, es una delincuente grimosa, que uno sólo tolera en la farsa del guión, para echarse unas risas. Una ex-novia sevillana de Torrente metida en la delincuencia y en el chanchullo. 

Carmina o revienta está muy lejos de ser una exageración. Nos reímos -o se ríen- con las trapacerías de Carmina Ficticia porque son las mismas argucias que nos divierten en la vida real, acostumbrados a consentir el fraude, a jalear al chorizo, a considerar héroes a quienes tienen la valentía de no pagar, y de no contribuir. Los españoles no vemos  la parodia, o el exceso, que otros pueblos civilizados del Norte, con la mandíbula desencajada de horror, sí verían en la película. Nosotros vemos nuestra vida cotidiana reflejada en la pantalla, aderezada con unos toques folclóricos de sureña comedia. Nada más. Todo muy leve, e inocuo. 

Mi madre misma, que es una mujer honrada y cabal, y que también ha visto la película, siente repugnancia por las torticeras maniobras de Carmina. Pero me comenta, al mismo tiempo, atragantada todavía por la risa, que esa mujer, en el fondo, sólo es una “luchadora por la vida”. Una “madre coraje” que haría cualquier cosa por su familia. Pues bueno.




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