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Las flores de la guerra

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Hace un par de años, en Ciudad de vida y muerte, conocimos la toma de Nanking por los japoneses, y la herida que aquello abrió en el orgullo del pueblo chino. Aunque la memoria flaquea, y todos los salvajismos guerreros terminan por parecerse, uno guarda el recuerdo de una gran película, aunque el relato de las atrocidades fuera, como no podía ser de otro modo, maniqueo y parcial. 

    Desde aquellas guerras chino-japonesas del siglo XX, los dos tigres asiáticos se odian como felinos, y una película que fuera china y equidistante con Nanking habría sido tan utópica como una película israelí complaciente con el Holocausto. Porque, además, el hecho innegable es que las tropas japonesas entraron en la ciudad a sangre y fuego, sin reparar en disyuntivas de civiles o militares, hombres o mujeres, niños o adultos. Una de las grandes atrocidades del siglo XX, que ya es mucho decir. 





            De todos modos, los gobernantes chinos no debieron de quedar satisfechos con aquella propaganda, quizá porque Lu Chuan rodó su película en blanco y negro y no se vio el rojo brillante de la sangre. Así que dos años después, para subrayar el (según ellos) carácter intrínsecamente perverso de los nipones, le encargaron a Zhang Yimou esta otra película de mil millones de presupuesto y una estrella occidental encabezando el reparto. 

    Los que han participado en ella se han forrado de billetes, y han conseguido el aplauso entusiasta de los prebostes del Partido. Pero la película, entre ustedes y nosotros, es una caca. Las flores de la guerra lleva el maniqueísmo hasta extremos ridículos, la cursilería hasta límites antenatresianos. La ñoñez de su historia -que aseguran verídica- hasta la arcada precursora del vómito. Tiene, además, el atrevimiento moral de sugerir que la vida de una puta vale menos que la vida de una novicia, porque estas van camino del cielo, y aquellas camino del infierno por la vía vaginal. La vía duodenal de Chiquito de la Calzada, no te jode... Las flores de la guerra es deleznable en las formas y execrable en la moraleja. Más que una película china, parece una propaganda de Vaticano Productions. Una de mártires cristianos sin leones ni romanos, pero con tanques y japoneses. A esto le llaman modernizar el mensaje.



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