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Habitación 237

🌟🌟

Alguien de cuyo nombre no quiero acordarme me recomendó, con encendidas alabanzas, y adjetivos muy sonoros, Habitación 237, que al parecer es el documental definitivo sobre las simbologías y ocultas intenciones que Kubrick puso en El resplandor

    Uno pensaba, en su cortedad de miras, que El resplandor era la adaptación de una novela de Stephen King: la historia de un escritor frustrado que se enfrenta a la pesadilla del folio en blanco y termina desquiciado. Un cuento de terror sobre la ausencia de talento y el abandono de las musas. Pero esta interpretación, después de haber visto las sesudas lecturas que se exponen en Habitación 237, se queda corta, banal, muy propia de este blog perdido en la blogosfera. Por el documental pasan espectadores de perspicacia singular que dicen haber descubierto en tal detalle o en tal "error" la prueba fehaciente, incuestionable, de que Stanley Kubrick hablaba realmente sobre el genocidio de los indios americanos, o sobre el Holocausto de los judíos, o sobre el Minotauro cretense resucitado en las Montañas Rocosas. O -lo más jugoso de todo- sobre la falsa llegada del hombre a la Luna que el mismo Kubrick rodara en 1969 para que los rusos se murieran de envidia, y los occidentales reconociéramos el poderío supremo de nuestros amos. 

    El mismo título del documental ya es, según estos exégetas de El resplandor, una pista irrefutable de que Kubrick estaba confesando su impostura selenita, pues la habitación original de la novela -donde Jack Torrance bailaba con el fantasma salido de la bañera- llevaba el número 217 estampado en la puerta, mientras que la habitación de la película, en unas explicaciones muy confusas sobre negocios y maldiciones que a nadie convencen, lleva el 237. Y 237.000 millas es, milla arriba milla abajo, la distancia media entre la Tierra y la Luna... El que tenga ojos, que vea. Hay que joderse.


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