Perfectos desconocidos
El cuarto pasajero
🌟🌟🌟🌟
BlaBlaCar -como enseñan en “El cuarto pasajero”- también se inventó para ligar. La verdad es que no hay aplicación o plataforma que no sirva para encontrar pareja, ya sea como objetivo principal o secundario. Instagram, por ejemplo, que nació con vocación de ser una exposición de arte universal, un gran museo donde unos publicaran sus fotografías, otros sus vídeos y otros -como este mismo tolai- sus escrituras infumables y underground, se ha convertido en otro campo de batalla sexual donde los machos exponen sus méritos, las hembras sus intereses, y el que anda más listo se lleva el premio gordo escondido por las sábanas.
Puede que TikTok sea el instrumento que usa Fumanchú para subvertir el orden mundial de los americanos, pero antes que nada es el ágora donde la chavalada se conoce meneando el body o ideando chorradas sin cuartel. La revolución sexual es más apremiante que la revolución en las barricadas.
(Joder: yo sé de una pareja que se conoció jugando al Apalabrados, que es el juego menos erótico que uno pueda imaginarse a no ser que te salgan las siete letras de la palabra polvazo o tetamen).
Hace cuatro veranos yo mismo usé BlaBlaCar para ligar. Pero no con la conductora que me llevaba -que ojalá, porque mira qué era guapa la chica- sino con otra mujer que me esperaba en un pueblo costero de Galicia. Como allí no llegaban los autobuses ni los trenes de la modernidad -y además yo no tengo carné de conducir- tuve que recurrir a la bendita aplicación para que alguien me acercara al nido del amor. Luego resultó que aquella mujer me había engañado con las fotografías, sacadas de un álbum de su juventud, y que además se comportaba como una cabra del Cantábrico, de esas que pastan muy cerca de los acantilados, a punto de despeñarse. Tuve que recurrir otra vez a BlaBlaCar para salir pitando de allí... El conductor que me trajo de vuelta no era Alberto San Juan, sino otro entrenador del fútbol base con el que conversando y conversando fui olvidando la pesadilla.
Los años bárbaros
🌟🌟🌟
Hace un mes afirmé en estos escritos que Marie-Josée Croze
era la actriz más guapa que había visto jamás. Creo que hasta hice un juramento
y todo... Sus escasos minutos en Múnich convalidaban la visión de diez
ángeles enviados por el Cielo. Si hay que morirse para contemplar la idea de la
Belleza, así, en abstracto, como predicaba Platón a sus conciudadanos, Marie-Josée
es como un anticipo carnal del Más Allá. La sombra mejor perfilada en la caverna
del filósofo...
Pero hoy, porque soy así de veleidoso y de enamoradizo, he de
romper mi juramento para rejurar sobre la re-Biblia, o sobre Los ensayos
de Montaigne, que son mi libro de cabecera, que Allison Smith es la mujer que yo
sin duda me pediría para pasar el resto de mi vida, si yo fuera el primero a la
hora de elegir, claro, y ella, por supuesto, aquiesciera o aquiesciese con mis
múltiples defectos. Es como si sus
padres me hubieran leído el pensamiento a la hora de forjarla. Y eso que yo,
por entonces, aún no había nacido... Pero así son, recordémoslo, los milagros.
Allison, en la película de Fernando Colomo, es una mujer
bárbara en tiempos bárbaros. Bárbara de belleza, y bárbara de intrepidez. La
película transcurre en los primeros “años de la Paz”, cuando todavía se
fusilaba a mansalva, o se encarcelaba por hacer una pintada en la universidad. Los
tiempos que Santi y Rocío sueñan cada vez que dan su cabezadita de la siesta...
Pero ojo, porque los tiempos bárbaros pueden volverse corpóreos en cualquier
momento. De momento, las pintadas ya no
se hacen en los muros, sino en las letras de los raps, y te cuestan igualmente
la cárcel o el exilio. Fusilar, en democracia, no se fusila, pero al que afirma
que le gustaría fusilar a 26 millones de rojos para limpiar España (sic) se le
respeta, se le mantiene la pensión y se le deja seguir rebuznando. Por si
cuela...
Mientras tanto, en un campo de tiro, un defensor de la patria,
con asiento en el Parlamento, practica tiro con un fusil del ejército. Le han
dicho que no baje la guardia, que puede amanecer en cualquier momento.
El método
Yo, por temperamento, por condiciones naturales, por esta cara de panoli que los dioses me otorgaron al nacer, estaba predestinado a ser cura de parroquia o funcionario de provincias. A vivir muy lejos de la City de Madrid donde los personajes de El método se navajean los trajes muy caros para conseguir un puesto de trabajo.
Vientos de agua
Hoy quiero confesar, como cantaba la tonadillera, que he abandonado Vientos de agua en su episodio número seis, como un pecador cualquier de la pradera. Me impele a ello la vergüenza, la baja autoestima del telespectador que quiere ser refinado y termina naufragando en estos productos tan serios y respetables.
Días de fútbol
La canícula, que en rigor es este infierno que va del 15 de julio al 15 de agosto, es también la travesía del desierto de los días sin fútbol. De las Eurocopas o los Mundiales que ya terminaron, cuando los hubo, y de las ligas innúmeras que todavía no han comenzado para llenarnos la vida y centrarnos la cabeza, a los hombres sin provecho: la liga española, para comparecer bien informado en los bares; la liga inglesa, para entretener las sobremesas del domingo; la liga local, para compartir el bocadillo con las amistades. Y las más importante, la liga de los chavalines, en la que uno hace de entrenador para enseñar lo poco que sabe, y no pasar por el fin de semana como un auténtico impresentable del tiempo dilapidado.