Mostrando entradas con la etiqueta El Retorno del Jedi. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta El Retorno del Jedi. Mostrar todas las entradas

Life's too short

🌟🌟🌟🌟🌟

La vida es, en efecto, demasiado corta, sí hablamos de años y de expectativas que cumplir. Pero podría serlo aún más, escasa en centímetros, si hubiéramos nacido con la enfermedad de Warwick Davis, el enano más famoso del mundo actoral hasta que Peter Dinklage encarnara al hijo decente de Tywin Lannister en Juego de Tronos.


    Si hacemos caso de lo que cuentan por internet, Warwick Davis es un tipo felizmente casado, padre de familia, un profesional de éxito que sigue trabajando en las grandes producciones de la ciencia ficción y de la fantasía. No ha parado de maquillarse y de ponerse disfraces desde que en El retorno del Jedi le embutieron en aquel felpudo con patas llamado Wicket. Desde la distancia, Warwick parece instalado en el lado luminoso de la vida, y quizá por eso, en Life's too short, seducido por las artes irónicas de Ricky Gervais y Stephen Merchant, el pequeño gran hombre se presta al juego de mostrar el lado oscuro de su fuerza, interpretando a un alter ego en decadencia, mezquino, sin grandes expectativas en el trabajo ni en el amor. 



    El Warwick Davis virtual regenta una agencia de colocación para actores enanos que lo mismo hacen de duendes en películas de pacotilla que se alquilan como balas humanas para fiestas de borrachos. Este show business de Tercera División no es muy distinto al que rige las grandes ligas del espectáculo, y como sucede con todas las ocurrencias de Gervais y Merchant, Life's too short resulta ser una comedia muy poco generosa con el género humano. Los personajes ficticios son deleznables, y los personajes reales, que se prestan al mismo juego de Warwick Davis, se ríen de sí mismos mostrando la caricatura de sus bajos instintos. 

    En la serie no queda títere con cabeza: todo el mundo va a lo suyo, a rascar el contrato, la inversión, la distinción en un cartel promocional, y la amistad suele ser una molestia para alcanzar tales objetivos. Y cuando por fin, en algún oasis de esta misantropía, aparece alguien que no se deja guiar por el egoísmo, resulta ser un gilipollas de remate, o un incompetente de campeonato, y el humor negro toma otros derroteros, y la gran broma de Warwick Davis y su mundo inventado -o no, o a medias- sigue su curso...





Leer más...

La Amenaza Fantasma

🌟🌟🌟🌟

En 1999, el estreno de La Amenaza Fantasma me pilló en un sistema exterior de la galaxia, y también de la vida. Dieciséis años después de la muerte de Darth Vader, uno estaba casado, a punto de ser padre, con los viejos amigos de la secta ya exiliados o perdidos.  No maduro, por supuesto, porque la madurez es una cualidad que viene de serie, y sólo la demuestra quien ya la tiene desde niño, Pero sí diré que la película  me cogió mayor, ocupado en los asuntos propios de ganar el pan y no dejar que te lo arrebaten. 

            Cuando supimos que George Lucas iba a relanzar su lucrativo negocio, hubo una explosión de júbilo interplanetaria, pero la alegría duró el corto tiempo de los fuegos artificiales. Nada más disiparse el humo, recordamos que Lucas venía a juntar muchos millones, no a dejar obras maestras para la posteridad. Nosotros, los que habíamos visto de chavales la primera trilogía, éramos su público cautivo. Llevados de la curiosidad o de la nostalgia, íbamos a llenarle los patios de butacas para convertirlo en multimillonario. Para forrarse enterico de oro, los grifos del baño, y los pelos del pubis, Lucas necesitaba engatusar a la nueva chavalada, aquella que sólo conocía Star Wars por boca de su padres. ¿Y cuál es el camino más fácil para que los niños abarrotasen las salas y luego las jugueterías del centro comercial? ¡Bingo!: hacer una película para niños en la que salgan muchos bichos plastificables. De nuevo El Retorno del Jedi, para nuestro desconsuelo. De nuevo la frustración de quien esperaba la oscuridad y la mala uva de El Imperio Contraataca. La audacia, quizá, de La Guerra de las Galaxias, que ahora parece muy vista, pero que en 1977 nos dejó a todos con la boca abierta. 




            La Amenaza Fantasma es filfa de merchandising, y apostolado de la virginidad. Aunque aquí ya no es la paloma del Espíritu Santo, sino la ubicuidad de los midiclorianos, que obran el milagro de la concepción inmaculada. La Amenaza Fantasma es capitalismo y catolicismo, consumismo y castidad. Lo justo para quien este escribe, tan rojo y pecador, aunque todo sea de pensamiento: la utopía y el folleteo. Menos mal que por ahí anda Natalie Portman en la flor hermosérrima de su juventud, a veces vestida de Padmé y a veces emperifollada de Amidala. Cada vez que sonríe en sus escenas, se enciende una nueva estrella en la galaxia muy lejana. 
Leer más...

El Retorno del Jedi

🌟🌟🌟

El Retorno del Jedi es un cagarro. Sí, queridos amigos: esto es una confesión. Un grito desesperado entre la borregada galáctica, a la que pertenezco. Mientras los fanáticos siguen pastando alegremente en la luna de Endor, yo me he venido a la vera del camino, a balar mi sedición a los transeúntes. A ofrecerme como diana para los insultos y las vejaciones. A ser propuesto, tal vez, para la expulsión del rebaño, en el que llevo casi cuarenta años de vida, procesionando en salas de cine y reproductores caseros. Me he dejado sueldos enteros en el bolsillo sin fondo de George Lucas. Y sin embargo, por culpa de un ataque de sinceridad, cuatro décadas de apostolado pueden terminar hoy mismo, de un modo fulminante, si el Alto Consejo Jedi así lo decidiera. Que la Fuerza les acompañe, y les ayude a discernir entre la apostasía y la crítica constructiva, que es lo que yo pretendo. Señalar los defectos de El Retorno del Jedi para no volver a repetirlos, y subrayar, por contraste, los méritos incuestionables de las otras aventuras.


          Nadie hace películas para perder dinero, eso es obvio, pero El Retorno del Jedi apesta a codicia, a afán recaudatorio. Está hecha desde el lado oscuro de la Fuerza, donde mana el dinero pero se seca la virtud. Con doce añitos no te das cuenta de esa avaricia sin escrúpulos, y lo flipas cantidubi con Jabba el Hut y su corte de trastornados, los ositos Ewoks y sus armas de destrucción masiva. Recuerdo que un amigo de posibles pidió a los Reyes Magos la panoplia entera de los juguetes: las motos aéreas, los Ewoks de plástico, los acorazados bípedos del Imperio..., y allí nos pasábamos las tardes enteras, en casa del chaval, merendando de gorra y jugando a restablecer el equilibrio de la Fuerza. El Retorno del Jedi sólo había sido un gran anuncio de juguetes, dos horas de publicidad que nos habían endilgado entre el conflicto familiar de los Skywalker. Nos habían tratado como a consumidores, no como a niños que soñaban, y eso, treinta años después, conviene denunciarlo. Nadie va a quitar a George Lucas de su hornacina, que se la tiene bien ganada, pero los más críticos con su hagiografía, cuando vamos a rezarle, le colocamos un becerro de oro a los pies, para recordar la fechoría, y advertir a los feligreses.


Leer más...