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Algo pasa con Mary

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En Algo pasa con Mary, cuatro hombres hechos y derechos pierden la chaveta por culpa de Cameron Díaz -cosa que entendemos perfectamente- y se comportan como imbéciles en celo fingiendo minusvalías, impostando bonhomías, denunciándose las vergüenzas para salir vencedores en la ordalía del amor. La película de los hermanos Farrelly seguramente es una mierda, una caca, pero yo me he partido el culo con ella. Me va la escatología, qué le vamos a hacer: el chiste grueso y guarrindongo. Los Farrelly son muchachotes con canas que nunca salieron del instituto, y siguen cultivando ese humor grasiento que hace furor en las aulas y en los recreos. Y uno, que con los años sólo ha ido acumulando eso, años, se sigue riendo como un adolescente de estas gracias tan simplonas, y cerderiles. Es lamentable, sí, pero esto es lo que hay.

Algo pasa con Mary sólo es una comedia en apariencia. Aunque los pretendientes de Cameron Díaz se pasen toda la película haciendo el ganso, hay algo muy trágico, muy serio, en sus afanes reproductivos que nunca llegan a buen puerto (y el puerto no puede ser más bonito, ni más seductor).  Las payasadas que hacemos a este lado de la pantalla cuando nos cruzamos con una mujer no son muy distintas de las que perpetran estos chiquilicuatres. Y da lo mismo que seamos machos beta con escasas probabilidades de éxito: los engranajes del instinto se ponen en marcha de un modo automático, programados en el software insoslayable del ADN, y al paso de la señorita, casi sin darnos cuenta, ya estamos enredados en el pavoneo verbal, en la exageración de méritos, en la inflación del currículo escuchimizado. Quizá no fingimos ser paralíticos para dar pena, como en la película, o no inventamos un historial de acciones humanitarias en el África negra, pero a nuestro modo provinciano también nos volvemos gilipollas y mentirosos. Se habla mucho de la maldición del trabajo, en la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, pero muy poco del cortejo sexual y sus fatigosas y denigrantes exigencias, que son una maldición bíblica todavía mayor. 





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