En bandeja de plata

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El título original, “The Fortune Cookie”, es la galleta de la suerte que en los chinos de provincias jamás nos ponen junto al platillo de la cuenta. El retoño y yo comimos una vez en un chino prestigioso de Barcelona y tampoco nos la pusieron, con la ilusión que nos hacía comulgar con esa hostia oriental que lleva dentro un gran consejo o un buen augurio. Puede que nos vieran tal cara de palurdos que prefirieron ahorrársela para dársela a otros comensales. Hay gente que lleva el destino escrito en la cara y ninguna galleta va a mejorárselo por muy confuciana que sea su sabiduría.

La película de Billy Wilder, en todo caso, no va de restaurantes chinos, sino de un cuñado que enreda al otro para intentar engañar al seguro fingiendo una lesión neurológica. Hacia la mitad de la película, Jack Lemmon, el fingidor, que en el fondo es un tipo legal pero vive tan enamorado de su ex mujer que cree que así podrá recuperarla, abre una galleta de la fortuna que en Estados Unidos nunca te escaquean y lee:

“ Puedes engañar a todas las personas una parte del tiempo y a algunas personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo”.

En la película -y en internet- dicen que la pronunció Abraham Lincoln en un famoso discurso, y si non è vero è ben trovato, porque Lincoln dijo muchas cosas que han quedado en los frontispicios de las universidades y en las antesalas de los palacios. Jack Lemmon, al leer el papelito enrollado, comprenderá que tarde o temprano van a cazarle en la impostura y a partir de ahí ya todo serán dudas y arrepentimientos.

Yo, por mi parte, mientras veía estas malevolencias de Wilder y Diamond, me iba acordando de algunas compañeras de trabajo que también se pasan la vida engañando al seguro, en este caso a la Junta de Castilla y León. No es que engañen exactamente, pero vamos, que se las arreglan para que los lunes y los viernes siempre les caiga encima alguna dolencia o algún impedimento para no ir a trabajar. Ellas sí que llevan años, incluso décadas, engañando a todo el mundo, y todo el tiempo. O casi.



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