Open windows

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Open windows es un curioso experimento de Nacho Vigalondo. Una apuesta que tal vez hizo con los amigos, o con la productora, para rodar un thriller con varias tramas y personajes que cupiera en la pantalla de un ordenador, a modo de ventanas que se van abriendo y cerrando. 

    Y no le ha salido mal la película, no señor, aunque la parte final, que es curiosamente la que se escapa del artificio, de la ocurrencia, vaga por los caminos más trillados del suspense. Open windows,  despojada de las tramas criminales, es la triste historia de un pajillero que monta una página web en homenaje a su actriz amada, con fotos y vídeos, con noticias y cotilleos, y uno siente que comprende a ese personaje, que se identifica con él, porque muchas veces he pensado que este mismo blog, con su pátina de cinefilia, con su verborrea de gafapasta, no es más que una tapadera, una excusa rebuscada para hablar de mujeres bellísimas y poner fotos suyas a modo de ilustración.




            En realidad, Open windows se desinfla en el mismo momento en que Sasha Grey, la ex-actriz porno, ahora reconvertida en actriz seria, se abre la bata ante la webcam y nos enseña ese bello torso que muchos ya conocíamos de su etapa anterior, de cuando se ganaba los dólares haciendo felices a hombres y mujeres, a veces en entrega individual y a veces formando parte de equipos muy coordinados. Una vez que nuestra curiosidad queda satisfecha, y que comprobamos que Sasha Grey sigue siendo una mujer muy hermosa de complexión juvenil, Open windows baja de voltaje y deja de interesarnos un poquito. Es como esa súbita indolencia que a uno le entra después de eyacular. Uno quisiera hacerle cariñitos postcoitales a la pareja, como quiere, también, prestarle atención a la película de Vigalondo, pero el bajonazo del ánimo está fuera de nuestro control. Son fuerzas hormonales muy poderosas las que en esos momentos toman el control, y nos secuestran las intenciones que nacían, ay, puras y románticas.


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