El baile de los vampiros

🌟🌟

El baile de los vampiros, digan lo que digan los dinosaurios de la crítica, a los que se les pone morcillona con cualquier antigualla de su juventud perdida, se ha quedado viejuna, tontorrona, como una gaseosa que ha perdido las burbujas. La comedia nunca ha sido el fuerte de Roman Polanski. Nobody is perfect... 

   La supuesta gracia de la película está en los tropezones, en las caídas de culo, en los encontronazos de la gente que huye por los pasillos del castillo. Un puro slapstick de policías de la Keystone. Y qué decir, de las caras estúpidas que ponen los personajes cuando atisban un escote de mujer por las cerraduras: un humor colegial, de niños de preescolar, de homenaje a Benny Hill, que hace cincuenta años tal vez incendiaba las plateas, porque la gente era así de inocente, y estaba educada en otra contención de los instintos, pero que ahora te deja perplejo, como muy veterano de estas cerdadas, habitante de otra época muy distinta, ya curada de espantos y de tetas. 

    De El baile de los vampiros sólo nos quedará la belleza, congelada para siempre en los fotogramas, de Sharon Tate. Ella es un gozo para los sentidos, y una puñalada para el alma, porque todos sabemos de su destino fatal, de su vida truncada, en aquella mansión maldita de Cielo Drive.





No hay comentarios:

Publicar un comentario