Star Trek. La próxima generación

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La tripulación que comanda el capitán Picard en Star Trek VII: La próxima generación, es más presentable y atlética que aquella que dirigía el capitán Kirk. Dónde va a parar... Estos tipos del siglo XXIV han pasado unas pruebas físicas para ganarse la oposición de piloto o de ingeniero, y se les ve más ágiles y lúcidos a la hora de enfrentarse a los klingon trastornados. Antes, en la Federación de Planetas, donde reinaba la corrupción y el enchufismo más descarado, los gobiernos dejaban que cualquiera asumiera el mando de la nave Enterprise. Pero ahora se han endurecido las exigencias, y sólo unos pocos elegidos patrullan la última frontera, allá donde buscan camorra las especies agresivas, o nacen brotes verdes en los planetas que se creían desolados. 

Para llevar a cabo esta complejísima labor del biólogo-soldado, hay que estar muy cachas, y desayunar mucho cereal con yogur desnatado. Hay que ser, además, un ser humano hermoso, sexualmente atractivo, pues se viaja en representación de nuestro planeta, y hay que lucir las mejores galas genéticas ante los vecinos alienígenas. Así lo exige la etiqueta, y el protocolo galáctico. En los tiempos del nepotismo valía cualquiera, con cualquier facha, adiposos y canijos, decaídas y culonas, y los embajadores vulcanianos se partían el culo de la risa cuando nadie los veía.

En estas nuevas películas del capitán Picard, cuando aparecen por sorpresa los klingon o los borgs, y disparan sus rayos láser sobre el puente de mando, estos chicarrones saltan con otra energía más intergaláctica sobre los paneles de mando. Ya no se desparraman sobre ellos, como hacían vergonzosamente sus antecesores, enganchándose las lorzas o las uñas lacadas entre las palancas. Cuando se teletransportan sobre el planeta en cuestión, esta muchachada moderna corre con otro garbo, con otro atletismo menos sonrojante. Yo, desde el aburrimiento en mi sofá, me siento orgulloso de que estos seres humanos me representen por ahí, por los mundos de Dios. Lo raro es que en las películas anteriores una pandilla de ancianos salvara a la Tierra cada dos por tres, al trote cochinero, en unos giros de guion ya muy poco sostenibles. En este cambio del fenotipo -a falta de tramas más enjundiosas- hemos salido ganando.




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